ARQUITECTURA Y RELIGIOSIDAD EN EL CENTRO
NORTE NOVOHISPANO (1775-1816) - Artificio e historia en un espacio de culto

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Datos Técnicos
Autor(es):
SIFUENTES SOLÍS, Marco Alejandro
Calificación:
Categoría:
Historia antigua de México
Número de edición:
1
Editorial:
Editorial Universidad Autónoma de Aguascalientes
Paginas:
412
ISBN:
9786078714254
Año de edición:
2019

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Descripción

Catorce años antes de que el Rey Carlos IV declarara, en 1789, que el reglamento del Comercio Libre se extendía al virreinato de la Nueva España, un comerciante montañés de nombre Juan Francisco Calera (1748-1816?), que provenía de Cantabria y era natural de Saro, en el Valle de Carriedo, se instalaba en la pequeña villa de Aguascalientes, en la subdelegación del mismo nombre, jurisdicción de la intendencia de Zacatecas.
Pertenecía a una nueva generación de comerciantes que hizo fortuna en el virreinato novohispano, aprovechando las transformaciones impuestas por la Casa de los Borbones, lo que le valió para escalar en la sociedad, tener influencia en el comercio y en el clero de la villa (como miembro que fue de la Venerable Orden Tercera), así como conseguir un alto puesto como oficial miliciano del Regimiento de Dragones Provinciales de la Nueva Galicia. Con la fortuna y el prestigio amasados, fundó, dotó y mandó construir un “magnífico camarín” de su propio caudal, del que fue patrono “único y legítimo”, y que dedicó a la Inmaculada Concepción de María. Su particular fidelidad a esta advocación mariana se inscribe en el contexto de históricos cambios en el sistema de creencias, doctrinas y prácticas de tipo antiguo, a raíz de la racionalización estatal de las costumbres religiosas inducida por la política de los Borbones. 
En la perspectiva historiográfica del paradigma indiciario de Carlo Ginzburg y de la historia cultural, en este libro se borda un discurso sobre un asunto particular pero en una forma que embona en sistemas generales, es decir, se trata el caso de aquel inmigrante montañés cuya praxis religiosa personal se constituyó en todo un artificio que revela los mecanismos de la devoción y la piedad barrocas de entonces, que coexistían sin conflicto (si bien dentro de un ropaje regalista al que se tuvieron que ajustar) con una fidelidad al rey y a la Corona, y que arquitectónicamente supuso, según argumenta el autor, el despliegue de tres programas de artificialización implícitos en la doctrina y la fábrica material del camarín financiado por el carredano, a saber: un artificio teológico, un artificio técnico y un artificio político, cuya conjugación en ese bello microcosmos, contradictoria pero conciliatoriamente, condensa la gran batalla que, en el tránsito de las mitofanías del Antiguo Régimen a las logofanías del mundo moderno, libraban los principales sistemas del pensamiento occidental a finales del siglo XVIII, y con ellos quienes, como el indiano montañés de esta historia, los encarnaban.